Homenage à trois

Este es el resultado de un delicioso concierto que ofrecimos junto a Tonton Georges Trio el 7 de abril de 2010 en el Centro Cívico Delicias de Zaragoza. Un concierto plagado de risas, de carajillos, de pocos nervios, de muchos amigos, y de una música que brota tan serena y fácil como la imaginó Brassens. Sólo deseo que no sea ésta la última experiencia con Tonton. Las adaptaciones al español se han hecho desde la más estricta fidelidad al espíritu original, rescatando en la medida de lo posible esa burlona manera de describir el mundo. Ojalá nuestro esfuerzo haya servido para que estos oyentes acudan a la verdadera fuente, las canciones originales del que ha sido considerado el padre de los cantautores europeos y el mayor patrimonio cultural francés.

  1. Retoques a una historia de amor de cuatro perras
  2. La chica de los cien duros
  3. Saludo
  4. El chulo arrepentido 
  5. Pequeño saludo
  6. Allá por San Gil cerca del Mercado 
  7. El 20 de septiembre
  8. Tío Gastón
  9. Súplica para ser enterrado en la playa de Sète 
  10. La traidora
  11. La balada de los cementerios
  12. Tío Gaspar
  13. Despedida
  14. El tiempo no mejora las cosas
  15. Los canallas
  16. Retouches d’une histoire d’amour de quatre sous

La historia de este disco es el relato de un maravilloso encontronazo que a veces nos depara el destino. Yo estaba empeñado en conocer desde hace años la tierra natal de Georges Brassens. Y un día de agosto de 2009 me planté en Sète conducido y guiado por mi buen amigo Jean Jacques Carrères de Toulouse. Allí recorrí todos los rincones y sabores el aroma marino que había impregnado de nostalgia los recuerdos de Brassens. Para alguien que había escuchado en Teruel «Les quatre bacheliers» en 1968 era una cita largamente dilatada. En Sète me topé con Tonton Georges Trio, toda una sorpresa artística, entrevista ya a través de un disco que poseía de ellos y que me había dejado un poco de felicidad; alguien afrontaba las canciones de Brassens desde la huella de swing y el jazz, resonancias clarísimas en la música del gran maestro. Pero verlos actuar en directo era otra historia: era la confirmación de su magnífica calidad como músicos y su inigualable puesta en escena. Y como Tonton y yo hablamos el mismo idioma del afecto, me acompañaron allí mismo en una de sus improvisadas canciones pasadas por agua. Nunca «El Gorila» se mojó tanto. Y aquella experiencia nos empujó a planear otras locuras, como la de grabar un disco todos juntos. ¿Por qué no? Todo resultó mucho más fácil de lo imaginado gracias al entusiasmo de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza.