Carbonell y Colpesol ofrecen su cuarta obra sobre Aragón en tan solo cinco años. Juntos escribieron Proyecto de Estatuto de Aragón, plan B; Gran Encicopledia de Aragón preta, Aragón a la brasa y ahora Aragón sin empalmes, con una compulsión por desvelar la entraña oscura de la tierra donde nacieron y resisten. A través de estos modestos ensayos han logrado groseros insultos de los lectores, al hallarse en sus libros el relato más nítido sobre el carácter aragonés. Sus paisajes, sus leyes, su vocabulario y sus habitantes, se nos muestran como una realidad que nunca aparece en los medios oficiales. Seres de extraordinaria singularidad, de apariencia estrafalaria, de ingenuo pasar por la existencia o de rutilante mediocridad, conforman esta galería de personajes a la contra. Aragón sin empalmes supone un paso, con tozolón incluido, en el análisis de la compleja alma aragonesa, desde una mirada seca y resignada. Es un artefacto carente de sensatez y de permisos oficiales, bien es verdad que tampoco ha sido distinguido por la autoridad con ninguna subvención