Escribo con facilidad cuando lo que redacto no me afecta, pero me cuesta mucho escribir cuando hay que mezclar las emociones. El viaje (los viajes) a Argentina siempre me llegan demasiado adentro, y nunca es por la ciudad, que uno acaba adorando pese al descomunal ruido, sino por los ciudadanos, los amigos especialmente. Incluso aunque uno no tuviera amigos en Buenos Aires, se sorprende por la facilidad con que los porteños te abordan. Los taxistas son una especie aparte; son filósofos populares, curtidos en mil batallas diarias, y mamados de todas las leches. Se me ocurrió un proyecto, tal como le comentó en su programa a Juan Alberto Badía, en Radio La Plata: escribir un libro con el título “Buenos Aires en taxi”. Podría ser una guía espléndida de la nada, una excusa para el buen humor. No es habitual que un tacho (taxista) te comente que está hasta los huevos de su mujer y de sus hijos, con todo lujo de detalles
Este viaje fue un poco más eficaz. Tengan en cuenta que en España es casi imposible ser alguien, cuando no eres nadie, que es mi caso. En la música es imposible jugar en Primera división cuando estás en segunda división. Los equipos los gobiernan las grandes compañías y las enormes emisoras. Hubiera sido imposible que un don nadie como yo actuase en España en un programa como “Badía en concierto”, del Canal 7, sin tener detrás una megaempresa! Allí me acogieron con generosidad simplemente porque a Juan Alberto Badía le gustan mis canciones. Así de simple. Él decide. Aquí eso es un milagro, y el tipo ése Badía un sospechoso, un peligro para la profesión.
Yo le confesé a Silvina, la organizadora de los medios, que en el fondo todo me daba igual; que yo había ido a Buenos Aires a comer. ¡Cómo lo hemos pasado! Y a reír. Con Philippe, Valerie y Virginia, se nos han sumado todos los amigos y amigas que nos han alegrado tanto la vida. A ver si me acuerdo: Mariana, Romina, Silvina, Ianina (sí, la de “Ven al Tortoni”, que existe, y es bien guapa), con Lisandro, manager de SuperRatones y mi hombre allí, con los hermanos Korol, pedazo de cabronazos especialmente Adrián, con todas las chicas que no se me pierden en la memoria, aunque se me confunden los nombres, perdón guapas. Con el equipo médico habitual: Dieguito, Cornalito y Ferchu, con sus respectivas (salvo Diego, que vino solo, no porque esté solo). Sí, sí, también a la discreta Folino.
Mención especial a todos los amigos de La Plata, donde siempre juego en casa, y que cada año amplían los honores: en éste, carnet de socio de honor. No hacía falta, el honor es mío. Abrazos especiales para Jorge, Paco, para Rafael y sus santas, en fin.
Vamos a dejar que se vaya destilando todo en la memoria. Han sido diez días de no parar, de ir y venir a la calle Rivadavia 1364, Hotel Napoleón, de visitar tantos sitios, La Boca, Palermo, San Telmo con el Taso, el centro, con Lavalle y Corrientes, con Córdoba, Callao, recibiendo la visita tan cariñosa de Ianina Trigo, que se hizo verbo y cuerpo, después de ser sólo un nombre en una canción. De Dolina, que nos recibió como a príncipes. De las visitas al Tortoni, con su camarero Joaquín. De la manifestación contra Bush, por Mayo, que participamos para todo, pero además para recordar que antaño estábamos más vivos.
Mi mensaje para los españoles y foráneos es que visiten ese alucinante país. No tarden. Vayan a su primavera sentimental. ¡Gasten euros, coño! Ayuden a esa tierra que también fue nuestra.
Gracias a tod@s.
Ya sueño con el próximo viaje
Joaquín Carbonell
Noviembre de 2005