30 de febrero
Casualmente me acuerdo que hace un año
la botella me hacía mucho daño.
He bebido tratando de acordarme
que tenía por fuerza que olvidarte.
Si te llamo es tan solo para darte
el teléfono al que nunca has de llamarme.
No me pidas que vuelva a tu pecera,
mira nena, el agua me marea.
Por supuesto que a veces fui dichoso,
yo no soy ese mal bicho rencoroso.
No te esfuerces, pequeña, no hace falta
que me cuentes los pliegues de tu alma.
Te he olvidado, bonita, te he olvidado,
y no creas, yo estaba enamorado,
pero ahora, feliz en la rutina,
me he escapado entero de la ruina.
No me obligues a darle a la noria
otra vuelta de tuerca a la memoria.
Me conozco las lunas de tu espalda,
las catorce sonrisas de esmeralda,
las cincuenta miradas de tristeza
cuando suena el reloj de Nochevieja,
el atajo directo hacia tu almohada,
el regreso sembrado de granadas.
Cada trampa que cuelga de tus besos,
las batallas en que nunca salgo ileso.
Aún me acuerdo contados al dedillo
de los mil trescientos besos de tornillo.
Te he olvidado, bonita, te he olvidado
y, no creas, yo estaba enamorado.
No te quiero, bonita, no te quiero.
Te lo digo el 30 de febrero.
No te quiero, no te quiero.
Por no verte me voy al extranjero.
No te quiero, bonita, no te quiero.
Te lo digo en París con aguacero.
No te quiero, no te quiero.
Fuiste mala con este caballero.
No te quiero, bonita, no te quiero.
Te lo ruego, yo quiero estar soltero.
No te quiero, no te quiero.
Soy un chico de Teruel aventurero.
No te quiero, bonita, no te quiero.
Te lo digo el 30 de febrero.